lunes, 8 de junio de 2015

NUNCA

Nunca creí que volviera a estar tan mal. ¡Tenía la panacea en mis brazos! Había hecho terapia, había leído libros... Pero no era suficiente para borrar los traumas del pasado.

Hace un año que salí de casa, un año viviendo lejos de la familia, incorporada en el mundo laboral por primera vez en mi vida. Estaba dispuesta a aprovecharlo todo, a vivir segundo a segundo como había estado aprendiendo en la última etapa.
Pensé que tenía todo aprendido, que ya no podía caer, que si lo hacía sería con menor gravedad, pero no fue así.

De repente estaba llegando a casa hartándome a dulces y durmiendo hasta el día siguiente nada mas salir de trabajar porque no podía seguir despierta pensando en este mundo un minuto más. Cuando llegaba la mañana no quería levantarme, mil excusas pasaban por mi mente, me sentía mala persona, perezosa...  Después de 8 años asintomática, la colitis ulcerosa dijo: ¡Hola!, y no por casualidad.
Atracones con vómitos en una continuidad que ya no me gustaba nada, y total ¿para qué? El balance de la comida seguía siendo positivo, sólo que con dolor de cabeza añadido, petequias al rededor de los ojos, dolor de garganta y pirosis, para acabar exhausta y decirle al mundo hasta mañana.
No quería salir, me volvía a costar horrores contactar con la gente, volvía a darme vergüenza de mí misma, de lo que pudieran pensar los demás.
Me volví una mendiga de cariño, buscando el amor donde nunca lo iba a encontrar.

Mi ego dominaba mi vida. No veía nada. Sólo pensaba en que odiaba lo que estaba haciendo. No me atrevía a pensar más allá. Sólo quería que se pasaran los días y los años para acabar con esto, que ya que estaba con la mierda hasta el cuello no le iba a decir adiós. Me hizo odiar el sistema incluso le estaba cogiendo manía al lugar donde estaba. Cada día era un suplicio.

Y después dejé de sentir, no podía disfrutar de las cosas que me gustaban, las cosas que me hacían sentir bien no me producían ningún placer. Dejé de escuchar música, el gimnasio (cuando sacaba las fuerzas para ir) no me producía ningún sentimiento. No sabía que hacía aquí, no me hacía ilusión nada. Me desconecté de mí.
Los pensamientos negativos fueron los que volvieron a aflorar en mí. Mi envidia de la felicidad ajena... Todos eran más listos que yo, todos lo hacían mejor que yo, todos eran más felices que yo, todas eran más guapas que yo...

Tenía la sensación de que había desaprendido todo lo aprendido, pero un día, quizá por el cambio de situación o por la toma de antidepresivos... volví a reconocer a mi ego y a ponerle nombre otra vez a esos pensamientos que veía tan míos y tan ciertos en mi mente.

Cómo no reconocer que mi personalidad tiende al autosabotaje, tiende al victimismo, tiende a infravalorarse y a pisotearse ella sola y ponerse debajo de los demás, y ahora entiendo que da igual el contexto, que ese es mi caballo de batalla y es algo con lo que tengo que aprender a lidiar.

Sorprendentemente, lo que pensaba de mi cuerpo pasó a un segundo plano, no sé si en el sentido de "he tirado la toalla, paso de ti" o en el buen sentido de estoy intentando (aunque por algún momento sin conseguirlo) centrarme en otras cosas.

Sigo con altibajos pero algo ya es diferente. Tengo momento de sentirme bien, o de no sentirme tan mal. Aunque sólo basta que diga que me siento bien con mi cuerpo para que algo gire a mi alrededor y de repente me vuelva a sentir la amiga gorda de la que los chicos sólo se hacen su amiga por ser amiga de. Vuelvo a la adolescencia en ocasiones, pero ¿y qué puedo hacer? En mi cabeza es una lucha continua de frases que me dicen que no me compare con nadie, que cada uno tiene lo suyo... pero como he dicho, el autosabotaje y la masacre mental a la que estaba acostumbrada mi mente, vuelven a tener fuerza.
Me siento débil y un tanto falta de madurez, pero Roma no se construyó en dos días...y yo sólo tengo 25 años y he vivido mucho con estos pensamientos como para que se vayan de un día para otro.

Joder Natalia, date tiempo, compréndete, date cariño. Cada persona lleva su camino, es imposible comparar una manzana con una mesa porque no tiene ningún sentido.
Yo sé que a ti te gusta esto de sentir y dramatizar hasta lo más profundo de tu alma, pero al final la que sale perdiendo eres tú.
Sabes que igual que te desconectaste de ti te puedes volver a conectar, sólo hace falta algo de paciencia y volver a sentirte válida, no defectuosa.

Al fin y al cabo todo acaba en lo mismo. Unos utilizan el alcohol, otros, otros tipos de droga, otros la comida, otros se ahogan en trabajo y otros no son capaces de acabar con nada. Diferentes técnicas que tenemos para alejarnos de nosotros mismos y no sentir el dolor que podamos estar sintiendo en un momento dado. Pero eso forma parte de la vida y hay que aprender a sentirse, a estar en paz con uno mismo, a cerrar los ojos y sentirse a gusto en tu cuerpo sin tener que recurrir a ninguna sustancia u objeto.
Creo que el camino de mi vida se basa en encontrar eso. No quiero ser la mejor, no quiero ser la mejor en lo que hago si antes no he descubierto lo que realmente me gusta.
No he echado años a perder si han servido para conocerme y para aprender a vivir.

Nunca el tiempo es perdido.
Nunca digas nunca.