miércoles, 26 de febrero de 2014

¿QUÉ TAL?


"Nuestra conducta también es un factor a tener en cuenta para evaluar nuestra autoestima. Hemos analizado cómo la baja autoestima genera comportamientos de gran dependencia, y no sólo de las drogas o el alcohol: un elevado número de seres humanos son dependientes de la comida o el trabajo, o de los juegos de azar.
Toda conducta compulsiva generada alrededor de una idea fija mantiene una pobre y negativa autoestima."
W. Dresel.


-¿Qué tal?
-Bueno... un poco chof...
-¿Y eso?¿Por qué?
-Pues nada, que me he comido una caja de galletas, he acabado con las demás existencias de dulces de mi casa y ahora voy a por el salado. Y me doy asco y me siento como una mierda porque en mi cabeza no cabe otra cosa que seguir comiendo y seguir sintiéndome como una mierda, y seguir comiendo...

Mmmm... no me parece una respuesta convincente. ¿Es socialmente aceptado sentirse mal por eso? No sé... la gente te puede comprender si te sientes mal porque te deja el novio, porque hayas suspendido un examen, porque se haya muerto alguien cercano, por algún suceso trágico... Es mucho más fácil de explicar y supongo que de entender por parte de los demás, y al parecer, por mi parte también.

Pero, ¿y por qué esa necesidad de que me entiendan y de que no me juzguen? ¿Por qué esa necesidad de recurrir al papel de víctima en busca de cariño? Sé que ese papel lo adopto sólo en las ocasiones en las que me desequilibro, pero esos momentos también son parte de mi vida y no son momentos precisamente agradables.

Hacía tiempo que no me sentía así. Llorando y tapándome la cara cada que me miro al espejo. Lavándome los dientes mirando al suelo por no cruzar mi mirada con esa persona asquerosa del espejo. Aunque por lo menos me lavo los dientes... porque en estos momentos te puedes dar tanto asco que llegas a un punto de descuidar tu higiene personal para alcanzar tu propio récord Guinness de asquerosidad. Porque en esos momentos es duro ver tu rollizo cuerpo desnudo a punto de explotar, es duro ver cómo te odias, cómo creas tu propio odio hacia tu persona.

Es duro ver cómo todo el trabajo que has estado haciendo contigo cae por la borda en un momento, cómo sientes el fracaso fluyendo por tus venas hasta tu corazón.
Es duro ver como no puedes esconder tu barriga porque va a explotar, cómo se encorva tu espalda porque es imposible mantener una posición erguida con ese hinchazón.

Es duro ver cómo tu cuerpo te pide agua porque aumenta tu osmolaridad y te hinchas como un globo. Cómo sientes la boca seca después de haberle metido al cuerpo tanta mierda, cómo te levantas con los ojos,la cara, las manos, los pies hinchados. Es duro ver cómo tu culo crece y la ropa se va encogiendo.

Es obvio que tengo un problema, algunos lo llaman enfermedad, yo ya no sé qué es. Siempre me empeño en buscar las causas de esto, de por qué me siento así, de las circunstancias... y ahora no encuentro nada consistente, no encuentro nada socialmente aceptado que me haga sentir mal, cosa que me hace sentir más miserable si cabe. Sé que tengo mis razones, pero por el hecho de sentirme juzgada por los demás, mi corazón no las acepta.
...

Después de este berrinche creo que es hora de mirar las cosas con perspectiva.

A veces cuando caigo al fondo necesito gritar. No me gusta especialmente escribir esto, pero es como me siento en ocasiones. Porque no todo son rosas en mi cabeza.

Me esfuerzo en cambiar mi foco de atención, pero está claro que no es algo que se consiga de la noche a la mañana. Está bien ver que no todo son alegrías y flores, que caemos, pero lo importante es ver que nos levantamos y seguimos avanzando. Porque si yo caigo un millón de veces y me levanto, tú también puedes.

Cada un@ con nuestras razones, más o menos válidas para el de al lado, pero cada un@ tenemos nuestro camino recorrido y nuestra visión del mundo y nadie nos va a entender mejor que nosotr@s mism@s.

Puede que en ocasiones necesitemos un abrazo, una muestra de cariño del de al lado, pero una vez probemos nuestro propio abrazo y nuestro propio cariño, veremos que no hay nada mejor ni más duradero en el tiempo.

Una vez más, no te creas lo que te cuenta tu cabeza en estos momentos, no te dejes engañar por tu ego.

Sigues siendo preciosa.

sábado, 22 de febrero de 2014

PONIENDO ORDEN A LA TORMENTA DE MI CABEZA



En algunas ocasiones es más difícil acallar al ego que otras. Ahora quizá éste me esté pudiendo un poco.

Cómo se nota cuando una está bien lo fácil que le es decirlo, que todo va bien tal y como es, como dije en la última entrada, pero una cosa es decirlo y otra sentirlo.
Lo que escribí en la última entrada del blog, en su momento lo dije y lo sentía de verdad. Sé que era la mirada correcta, sé que tiene que ser la base de mi pensamiento, pero a veces no consigo que sea así.

Cuando mi cabeza empieza a descontrolarse empieza a nublarse y empieza a ir por el camino que no debe, y es en estos momentos donde tenemos que actuar, porque como he dicho es fácil estar bien cuando se está bien, pero es fácil seguir a la oscuridad cuando no se está tan bien y tenemos ese hábito tan arraigado durante años.

Estos días he estado descubriendo otras cosas de mí, todas rondan en torno a lo mismo, pero para mí detectarlo es algo nuevo.

No me dejo disfrutar, o quizá es porque no sé. La parte buena de no saber, es que es algo que se puede cambiar y aprender.

Han sido días de viaje y descontrol en todos los sentidos. Y como es normal, ese descontrol afecta a la comida y a la bebida. Supongo (yo siempre con mis suposiciones), que una persona normal pues disfruta con eso ¡son unos días! ¡estás de vacaciones! En volver a casa vuelta a la tranquilidad. Yo en ocasiones consigo disfrutar y en otras no, aunque creo que lo disimulo bien.

Creo que es una situación muy típica la de ir fuera de casa y que te ofrezcan tanta comida y bebida como para alimentar un ejército, pero sólo para ti. Lo hacen con todo el cariño del mundo y lo agradeces, pero cuando empiezas a pensar en ti y a saber lo que va bien para ti, es un problema, o por lo menos yo me lo tomo así, cosa que también es un problema.

¿Cómo decir que NO cuando dices que no y te ponen el plato en la mesa y, además, seguir siendo educada? La única solución que se me ocurre es mentir y decir que tengo una úlcera. Así que si a alguien se le ocurre algo que me lo diga.

Supongo que será problema mío, como todo, por no saber ponerle límites a la gente o por no saber hacerlo de otra forma, no sé.

¿Cómo decirle a la gente que comer más no me va a hacer sentirme bien? Que ese simple hecho para mí es como una guillotina, y que es un problema de salud importante a pesar de no curarse con medicamentos?

El problema no es sólo engordar, es por la asociación que tengo al sentir la barriga llena y tener la sensación de ganas de seguir comiendo perdiendo el control. Da igual que sea de lechuga o de chocolate, la sensación de hinchazón+descontrol me hace sentirme mal, pequeña y asquerosa. Es algo que no me gustaría que fuera así, pero es una asociación que tengo y que me está costando deshacerla. Por unos momentos, esa sensación me hace volver a donde estaba, a lo mal que me sentía, a compararme con los demás, a verlos felices y a mí verme como una mierda. Sí, en esos instantes, todos sonrientes, disfrutando, y yo sufriendo por eso. En otro país, con buena compañía, con buenos manjares y yo pensando en lo asquerosa que me siento a parte de por comer, por pensar en que todo está en mi mano y en esos momentos sentir el descontrol y ver que no puedo, que soy yo la que tiene que hacerlo y no puede.

Pasé el momento de comer con descontrol y no pensar,para pasar al momento de comer con descontrol pero oponiendo resistencia y me siento peor porque no estoy disfrutando del momento, de la compañía y porque a pesar de querer y saber qué es lo mejor para mí me abandono y le hago daño a la niñita que tengo en mí que no quiero que sufra más.

Me siento mal cuando me hago daño y me siento mal cuando veo que intento no hacerlo pero no lo consigo, me siento mal con lo que sea... Quizá sea mi cabeza la que tengo que cambiar ¿verdad?

Y otro problema llega cuando arrastras el descontrol hasta casa. Eso de cuando llegue a casa vuelta a la normalidad... a algunas personas, sobretodo con mi problema no nos sirve. En ocasiones es bastante difícil volver a relajarse, a poner los pies en la tierra y volver a "la vida normal", cosa que se traduce en atracones en vez de compensar los días de descontrol, ya que la ansiedad está por los aires.

No sé qué cosas productivas sacar de esta entrada. Estoy un poco perdida pero voy a hacer un esfuerzo, ya que es en estos momentos cuando hay que hacerlo.

Supongo que una vez más no tengo que ser tan dura conmigo misma. Si prolongo el descontrol es por eso mismo, por esos pensamientos destructivos que me inquietan por dentro y me hacen desconectarme de mí.

Cuando esté bien veré que no habrá valido la pena estar mal. Es algo que ya he vivido, así que está bien vivir un pequeño "momento de luto" para no reprimir emociones pero luego a seguir.

No me voy a castigar por tener momentos de no saber disfrutar de lo que tengo, por perder el control y salirme de mí, por no llegar a esa perfección e iluminación que mi ego ansía.

Me valoraré por el esfuerzo que estoy haciendo, por el trabajo de autoconocimiento y autoentendimiento que estoy llevando a cabo. Me valoraré por intentar hacer las cosas de diferente manera para salir de mi zona de confort, aunque a veces no sea la forma que más bien me haga, pero para encontrar la forma, MÍ forma (cada uno la suya), tengo que probar las cosas. Me valoraré porque me levanto con cada caída. Me valoraré por mi esfuerzo. Me valoraré.

Cuando escribo vuelvo a contactar conmigo, pongo mi cabeza un poco en orden y vuelvo a dar calma a esa cabeza loca. Esta soy yo, mi yo real, no el yo falso que me hace creer mi cabeza. Soy esencia pura a pesar de todo.

lunes, 3 de febrero de 2014

¿ME PESO?



Años atrás hubiera sido como una de las billones de personas que dicen que después de Navidad, antes del verano, después de las vacaciones, después de acabar con la oposición... se pondrán a dieta, mañana no sé, pero hoy no soy una de esas personas.

Está claro que las personas que tenemos un problema de mala relación con la comida, al final desarrollamos una cierta obsesión por el peso, totalmente comprensible, ya que nuestro cuerpo puede experimentar cambios desorbitados en poco más de una semana y por la culpabilidad que sentimos al ver que no seguimos los cánones de belleza que nos impone la sociedad.

¿Pues sabes qué? Ahora no me apetece ponerme a dieta, ¡¡SOY UNA REBELDE!!

Como he dicho en otras ocasiones, ya sé que la felicidad no se esconde bajo una pérdida de quilos y no me apetece eclipsar mi desarrollo personal con una falsa creencia de felicidad que es la que me crea la disminución de mi peso, para luego lo de siempre, que llegue el monstruo del atracón y me de palizas constantes porque seguía estando ahí a pesar de que lo tapaba con una sábana de dietas y restricciones.

Nunca he sabido estar gorda. Quiero decir, que nunca he estado a gusto conmigo misma estando gorda. Siempre he pensado que un gordo no puede ser feliz, que debajo de esa capa de grasa se esconden un sufrimiento y una carga insoportables.
Quizá no me equivoque en algún caso y puede que la grasa sea una capa que nos protege del inmenso sufrimiento que albergamos en nuestro interior, pero eso no sólo nos pasa a los gordos. Cada uno desarrolla sus mecanismos de defensa para intentar enfrentarse a este mundo como puede, así que tod@s estamos en igual de condiciones para poder ser felices.

¡Me he dado cuenta de que hay más opciones a parte de intentar toda mi vida estar delgada! Sólo que esas opciones no las vemos en la tele ni en las revistas, por eso me ha costado un poco más encontrarlas.

Ahora quiero cambiar de perspectiva. Quiero estar a gusto siendo gorda. Quiero aceptarme tal y como soy. Quiero sentirme bien con lo que hago. Me gusta el deporte, me gusta comer sano, me gustan los dulces y los salados y me gusta intentar mantener un equilibrio, que es el que no me hace daño.

Lo que quiero decir con esto es que aceptarse la gordura no significa: ¡A hincharse a comer!,  significa estar bien con lo que hay, significa sentirse en paz, tranquila, significa calmar esa ansiedad de no sentirte con los pies en el suelo, un detonante menos que te llevará a arrasar con el armario.

Un día me pregunté: si tanto quiero estar delgada, ¿Qué más haría yo si no estuviera gorda? ¿Qué cambiaría realmente de mí? ¿Qué haría ahora mismo si estuviera delgada? ¿Me querrían más?¿Triunfaría en el trabajo? ¿Sería más inteligente? ¿Follaría más? ¿Se enamorarían de mí? La mente te vende muchas cosas, pero te das cuenta de que todo lo puedes hacer aquí y ahora, no hace falta perder quilos. Follar es fácil y si alguien me quiere por estar flaca seguramente no sea el tipo de persona con la que yo querría estar, y con lo demás, seguiría teniendo el mismo sentimiento de inferioridad si no abordo el problema por otros frentes.

Y cuando empieza a dejar de molestarme la gordura, empiezan a molestarme otras cosas de mí, entonces me doy cuenta de que el problema no es tanto el peso, si no la mirada que tengo de mí misma.


¡Ah por cierto! No me voy a pesar.