lunes, 2 de mayo de 2016

ETIQUETA DE COMEDORA COMPULSIVA

Cuanto tiempo sin pasar por aquí... ya casi ni me reconozco con mi etiqueta de comedora compulsiva. ¿Es bueno? Supongo.
Es cierto que he aprendido en la mayoría de ocasiones a no sentirme culpable cada vez que salgo a comer de casa, a no sentirme culpable si no elijo la opción más "healthy".
Hace tiempo que no me doy atracones, sí que es verdad que alguna vez una bolsa de patatas me como, un paquete de galletas en una sentada... pero no me quedo inmersa en el sufrimiento (en la mayoría de ocasiones), por lo que para mí, no es un atracón. Tampoco hago intentos de vomitar o de restringir. Es verdad que me paso comiendo, pero sobretodo lo hago cuando estoy con gente, no a solas.
Está claro que mi relación de la comida aún no es 100% sana y sigo lanzando comentarios patológicos al aire, sobretodo con mi cuerpo. Me preocupo menos por lo que puedan decir, me envío menos mensajes de asco interior... pero tampoco me digo muy a menudo que me quiero ni me gusto.
Es verdad que no me cuido mucho últimamente y que debería mimarme más, pero es verdad que antes estaba igual y me culpabilizaba más y me clavaba puñales innecesarios. Es verdad que me sigue faltando motivación para cuidarme, pero tampoco puedo hacer todo de una pasada. Estoy mejor que hace un año que fue cuando empecé a tomarme antidepresivos, así que poco a poco.

¿Y qué ha pasado para que me empiece a quitar la etiqueta? Quizá que he centrado mi cabeza en otras preocupaciones, que no son mejores la verdad... pero es verdad que poco a poco me he ido sacando del agujero en el que estaba hace un año o así. Hay muchas cosas por las que no me siento bien y hoy en día no puedo decir que soy feliz, pero sí que tengo mucho menos sufrimiento encima, y lo noto.

Cuando te metes en el círculo vicioso del sufrimiento... es como intentar andar con una roca de mil toneladas atada al cuello cada día. Muchas veces me pregunto como he podido vivir así, era insoportable el maltrato al que me tenía sometida, aunque persista alguna sombra.
Los pensamientos obsesivos y repetitivos de mi cabeza se van extinguiendo poco a poco, espero que algún día me dejen totalmente en paz y pueda volar libre.

Aún me quedan muchas cosas con las que trabajar de mí, ¡pero no se puede vivir en un día!

Siento que esa montaña rusa en la que estaba subida ha llegado a una parte plana... tanto para el sufrimiento como para la euforia... cosa que está bien, pero conociéndome sé que mi ego necesita acción y le cuesta mantenerse estable y buscará cualquier piedra en el camino para alimentarse de ella... pero mi papel ahora es pasar la piedra y dejarla donde la tenga que dejar.

Ahora mismo la verdad que estoy un poco perdida y no sé hacia dónde quiero dirigir mi vida, pero quizá, si la dejo fluir, todo saldrá sólo...

El otro día un amigo me dijo que desde que me conoce todo me sale bien... y echando la vista atrás... quizá tengo menos razones de las que creo para tener tormentas en mi cabeza.