domingo, 10 de noviembre de 2013

Una pincelada sobre mí


Desde siempre me ha gustado escribir cosas que sentía o pensaba. Era una forma de poder expresarme ya que siempre me ha dado vergüenza compartir con los demás lo que yo podía sentir.
No sé si seré buena en esto, pero creo que este blog me puede hacer bien, y si por casualidad hay alguien que me lee  y puede sacar algo de ello, pues mejor que mejor.  

No hablaré de nada nuevo, pero no sé por qué, tengo la necesidad de compartir con los demás una parte del proceso de mi vida. Quizá porque muchas veces haya sentido que nadie me comprendía o quizá porque piense que pueda haber alguien como yo por ahí que leyendo alguna de mis líneas se pueda sentir acompañad@ como a mí me hubiera gustado en esos momentos.

MI PROBLEMA: LA PUNTA DEL ICEBERG


Soy mujer, tengo 24 años y desde bien pequeña he estado gorda. 


Vaya forma de presentación, ¿no? Sí, supongo que soy algo más que esas tres características nombradas, pero esa última, ha sido la que ha regido mi vida desde que tengo recuerdo.


No, yo no pienso que una persona sea un físico ni que sus cualidades se midan por ello, pero desde luego que esa premisa no la apliqué en mí. En casa del herrero, cuchara de palo se dice.


Trastorno por atracón, comedora compulsiva, comedora emocional, glotona sin causa… llámalo como quieras, ese es mi problema, o eso he creído siempre.


Siempre me ha gustado comer de todo y mucho y hablar de esto me resulta bastante vergonzoso, sobretodo por la incomprensión de la gente que siempre ha tenido una relación sana con la comida, a la cual envidio: “Tranquila, si a mí también me pasa”, “Eso son los nervios”, “No pasa nada, ahora comes un poco menos y ya está”. Esos comentarios sólo hacían que aumentara mi sentimiento de incomprensión, porque sabía que mi problema iba más allá de todo eso. 


La primera vez que me puse a dieta tenía 13 años y adelgacé 16 kilos en 6-7 meses. Engordé 22 Kg en menos tiempo, y así en varias ocasiones hasta mi momento actual, del cual hablaré más adelante.


Era capaz de seguir unas dietas estrictas durante varios meses, de no pasarme ni una pizca, de hacerlo todo correctamente, COMO DEBÍA DE SER. Hasta que me hacía creer que ya estaba, y entonces, volvía  mi ser oscuro, el atracón.

EL ATRACÓN


El atracón no es comer y pasarse un día un poco y sentirse hinchado, es algo más. En mi caso, durante la adolescencia (dura época para un/a gord@), era una conducta que se repetía prácticamente todos los días y que después, con mucha tenacidad y trabajo personal ha ido disminuyendo en frecuencia y cantidad.

Un bote de nocilla y 12 magdalenas podían componer UNA PARTE de la merienda, más todo lo demás… que realmente me da vergüenza contar. Si no había nada de comer podía llegar a mezclar un poco de harina con azúcar, unos huevos y leche y prepararme cualquier cosa dulce y con un poco de consistencia para calmar a ese SER dentro de mí que parecía tener  vida propia.

Solía guardar los desperdicios y tirarlos al día siguiente en la calle o meterlos en el fondo de la papelera para que en casa no se dieran cuenta y mantenerlo en secreto.

EL SENTIMIENTO: Lo que viene después del atracón.


Lo peor. Sentirse como una puto cero a la izquierda, como una mierda. Sentir que no vales nada en este mundo, no saber qué haces aquí ni cual es tu propósito. Llorar y llorar desesperadamente por algo que sólo TÚ te has provocado y que es CULPA tuya. Sentir que no te mereces nada, o que te mereces todo lo peor que pueda existir. Sentimiento de rabia, furia, sentir un nudo en el pecho que no te deja respirar y sólo querer clavarte un cuchillo y dejar de existir. Sentir esto día tras día, semana tras semana y AÑO tras AÑO. Y luego salir a la calle y sonreír y hacer creer a todo el mundo que eres una persona muy feliz, hasta que llegas a tu casa y de puertas hacia dentro se vuelve a repetir la misma historia.

No sé si he sabido plasmar ese dolor que podía sentir, pero desde luego que en esos momentos era real.

Tampoco es que recuerde esa etapa como infeliz, ni mucho menos, pero esos momentos estuvieron ahí, además de ser un pasado bastante cercando.

MI PERSONALIDAD


Mi personalidad se forjó rodeada de gente que me quería, una buena familia, amig@s... Pero al parecer, mi mente los tapó con un tupido velo y se quedó con aquellos mensajes que tod@ niñ@ con algún “defecto” habrá recibido por parte de esos otros niños que consiguen “apoderarse” de las riendas de la clase. Yo era gorda por lo que crecí creyendo que no valía para nada, que no tenía derechos y que para tener algo tenía que ser buena y dejarme pisotear por los demás para que me quisieran, porque ¿quién iba a querer a una gorda?

Y ese pensamiento de inferioridad y baja autoestima es el que me acompañó desde entonces y con el que me enfrenté al mundo, perdiendo muchas batallas con la comida, con mis seres queridos, pero sobretodo, conmigo misma.


Esa era mi visión entonces, el verlo todo oscuro, pensar que mi problema era estar gorda, los atracones… intentar vencerlos, luchar contra ellos, luchar contra lo que YO ERA, sentirme identificada con eso. Que todo lo que me pasaba era por lo mismo, por estar gorda, si llovía, era mi culpa, porque yo estaba gorda. 


Han sido muchos años mandándome pensamientos negativos, de culpa y desprecio hacia mí misma, hasta que un día, en el mismo sitio donde estaba, me di cuenta, de que si quitaba ese tupido velo, vería luz donde antes no me atrevía a mirar…