miércoles, 26 de marzo de 2014

CUANDO LA COMIDA ES MÁS QUE COMIDA


Me acabo de terminar el libro de Geneen Roth "Cuando la comida es más que comida".

Para l@s que no la conozcáis, así brevemente, Geneen Roth es una mujer estadounidense cuya relación con la comida no fue del todo sana, por decirlo finamente, hasta que vio que el camino para la curación era más espiritual que físico. Trabaja con gente comedora compulsiva y les ayuda en su proceso, a parte de haber escrito varios libros sobre el tema.

Yo no la conocía hasta que alguien la nombró en http://vivirparacomer.forogratis.es/ y decidí comprarme el libro (disponible en La casa del Libro). Es bastante fácil de leer y si crees que te puede servir no está de más echarle un vistazo.

Al princpio me costó un poco leerlo, supongo que porque empieza hablando de lo que ella ve como la raíz de este trastorno: el sentirse solo en el mundo, la necesidad de consuelo, de amor y querer llenar ese vacío, por qué no, con comida.

Este tema en mi caso lo tengo bastante obviado o negado, dentro de mi orgullo propio de que no necesito a nadie para ser feliz, que en última instancia es cierto, pero una cosa es pensarlo y decirlo,y otra diferente sentirlo de verdad. Si me ha costado tanto leerme esa parte será porque hay algo en mi interior que debería rascar y destapar aunque me niegue a verlo, que eso puede ser tema de otra entrada y de muchas sesiones de terapia,jaja.

Conforme seguía leyendo, me he dado cuenta de que mi proceso ha sido muy paralelo al suyo, cosa de la que me puedo enorgullecer. Quizá en otra época me lo habría leído y habría aprendido mucho más porque me encontraba mucho más atrás en el camino, pero ahora cada letra, cada página ya me sonaba de haberla vivido en mis propias carnes, que no son pocas. Pero siempre se aprende algo nuevo, claro.
Me ha hecho afianzarme más en mis creencias y en que estoy siguiendo el camino correcto aunque me queden montes y valles por recorrer. Creo que estoy haciendo un buen trabajo.

¡Y lo que me ha parecido tremendo ha sido lo que contaba de volver al cuerpo! ¡Como en mi anterior entrada! Que lo diga yo a lo mejor no tiene mucha fiabilidad (para mi práctica y experiencia la tiene del 100% ^^), pero si lo dice Geneen... Aquí van algunos cachitos del libro:

"Y es sólo aquí, en el presente, donde puedes tomar la decisión de comer o no comer. De ocupar tu cuerpo mientras todavía sigues respirando o vaciar tus brazos y tus piernas y pasar por la vida como si fueras una cabeza caminante".

"La adicción a la comida supone comer sin escuchar las indicaciones de tu cuerpo, a lo cual sigue que, cuando desarrollas la capacidad de desviar tu atención en dirección a tu cuerpo, te das cuenta de lo que te está indicando y estás dispuesta a escucharlo, la adicción desaparece."

"Nuestras mentes son las maestras de la culpa, pero nuestros cuerpos..., nuestros cuerpos nunca mienten. Lo cual es, por supuesto, la razón por la que tantas hemos aprendido a acallarlo al primer signo de rebelión."

"Soy consciente de que regresar a tu cuerpo después de toda la vida de estar luchando contra él, puede no resultar muy atractivo, especialmente, si es incómodo sentarse o caminar dentro de sus confines. Pero sólo por el hecho de que los regresos sean duros no significa que te pases el resto de tu vida evitándolo."

"Cuando dejas de responder a los constantes comentarios sobre tus muslos, tu valor, tu propia existencia, cuando ya no crees que nadie -especialmente, la Voz-, sepa lo que se supone que ha de suceder, sólo quedan los hechos. La respiración. El aire. La piel en contacto con la silla. La mano en el vaso. La cinturilla clavándose en la carne. Cuando te liberas -aunque sólo sea una vez- de la Voz, de repente te das cuenta de todo el tiempo que has estado creyendo que su letal dominio era tu verdadera vida."

"El antídoto para no abandonar el cuerpo es, como de costumbre, primero ser consciente de que lo has dejado y luego volver a él lentamente y con suavidad. Empieza por observar una respiración, luego otra. Sé consciente de cualquier tensión que haya en tu cuerpo. Mueve los pies. Siente la superficie de la silla en la que estás sentada o del suelo sobre el que estás de pie. "

"La obsesión finalizará cuando desees más descubrir tu verdadera naturaleza que ser fiel a tu madre y a tu padre. La obsesión terminará porque te preocuparás lo suficiente de ti como para dejar de hacerte daño con la comida. Porque te querrás lo suficiente para dejar de herirte. ¿Quién no quiere cuidar de algo que ama?"
G.Roth.

Aún me queda mucho que aprender, ¡y menos mal! Si no ¡qué aburrimiento!

domingo, 23 de marzo de 2014

LA SOLUCIÓN AL ATRACÓN


Después de este título sensacionalista, lo que quería decir es que tomar conciencia del cuerpo, en mi caso, es la clave para salir de esto.

Mi personalidad es mitad intelectual y mitad emocional.
La parte intelectual me hace estar dándole vueltas a la cabeza a todo, buscar cómos y porqués, buscar posibles causas de todo y analizar cada palabra dicha y cada hecho ocurrido , me hace estar en cualquier otro lugar menos aquí, presente en mi cuerpo.
La parte emocional la siento en el pecho y me lleva al sufrimiento. Es un torbellino que sin darme cuenta me lleva al fondo del mar, y para más hundimiento, mi parte racional e intelectual la odia porque en su intento de buscar todos sus porqués, no entiende por qué me puedo sentir así (de la forma que sea en el momento que sea) si intelectualmente no hay razones.
Supongo que esta descripción puede encajar con bastante gente.
Aquí hay un cutre-dibujo ilustrativo de lo que quiero decir.

Estas partes me llevan al desequilibrio constante ya que me falta una pata, tomar conciencia o "bajarme" al cuerpo.
Algo tan simple y que no me había percatado de ello hasta que alguien me lo dijo y creo que es la clave para evitar, o al menos reducir, el atracón.

Date cuenta de que en el momento de pleno auge (mientras tragas comida sin miramiento) estás compeltamente fuera del cuerpo. Estás llevándote la mente a otra parte, estás en pleno viaje astral mientras tu cuerpo se llena hasta reventar, porque, si estuvieras en el cuerpo, dejarías de comer.

Bajarte al cuerpo, otros lo llaman habitarlo, es estar plenamente presente. Es estar aquí y ahora, es estar disfrutando del momento. Cuando estás en el cuerpo te baja la ansiedad, desaparece, te tranquilizas, dejas de pensar, se calman los pensamientos intrusivos del tipo:"mmm...y si me como esto?", "Y ahora después de comer esto va esto otro" o simplemente los pensamientos que te crean inquietud como los que te dicen lo que tienes que hacer mañana o lo que hiciste mal ayer. Encuentras la calma y reconoces las necesidades de tu cuerpo. Si no lo has hecho ya, pruébalo.

Yo lo que hago para sentir el cuerpo es centrarme en los pies, en cómo están, en cómo apoyan al caminar. Me centro en sentir la planta sobre el zapato o el suelo, en notar la textura del calcetín, de la arena, si están fríos o calientes. Esté donde esté y con quien esté, si veo que me voy acelerando( tanto mental como físicamente) , freno la marcha y me centro en los pies.

Todo es cuestión de hábito, tanto el darse cuenta de que te estás acelerando como frenar cuando lo detectes. Algunos días lo conseguirás mejor y otros menos mejor.

También sentir cada parte de tu cuerpo, qué parte apoya en la silla, en la cama, en el suelo...
La respiración, por supuesto, también te baja al cuerpo. Sentir el aire entrando y saliendo por la nariz, y sobre todo, como baja hasta el abdomen.
Cuando hago esto en algún momento del día, me doy cuenta de que estar en la mente me ha hecho tener todo e cuerpo en tensión sin ninguna necesidad de que esté así, porque hasta la fecha no he tenido que salir huyendo por el ataque de un oso o algo así. Ya de paso intento relajar todo el cuerpo, incluyendo la mandíbula que casi siempre es la que se lleva la peor parte.

Relajar el cuerpo me es muy útil cuando voy en el coche de camino a casa, sobre todo cuando en llegar toca comer o cenar. El cuerpo está cansado y quiere llegar y comer y si no me freno, mientras preparo la comida ya me he comido lo que me tocaba y lo que no y luego sigo comiendo... Así que mientras conduzco me centro en la conducción y en calmar el cuerpo para llegar a casa tranquila, preparar la comida tranquila y comer tranquila.  A veces para tranquilizarme y bajar las pulsaciones me pongo música  (esta es la que más me ayuda) e intento ir a su ritmo mientras preparo la comida. A veces lo consigo, y otras no, pero todo es práctica.

En ocasiones es fácil bajarse al cuerpo, pero otras no tanto... sobre todo en esos momentos en los que no te sientes tan bien contigo misma y no te apetece sentirlo. No te apetece sentir tu culazo apoyado en la silla, tus michelines sobresaliento por cada costura del pantalón, tu papada colgandera... pero aquí es donde entra en juego la aceptación y el darte cuenta de que si piensas todo eso es porque ¡NO ESTÁS EN EL CUERPO! ¡Estás otra vez en la cabeza! No pasa nada, te vuelves a centrar una, dos y las veces que haga falta.

Habrá momentos en los que has conseguido estar presente la mayor parte del tiempo pero se te ha ido unos segundos y te has echado a la nevera...y entonces quieres volver a estar presente pero notas el hinchazón que te recorre el cuerpo, intentas centrarte pero la sensación que tienes en el abdomen es demasiado desagradable como para estar aquí y ahora porque no te gusta lo que hay. Aquí entra en juego otra vez la aceptación, el dejar pasar esos pensamientos de culpabilidad que si los tienes es porque sigues en la mente, y el saber que ese sentimiento y esa sensación pasarán y volverás a sentirte bien.

Creo que nuestra curación llegará en el momento en el que consigamos estar al 100% presentes para poder reconocer y hacer caso a las necesidades de nuestro cuerpo.

Comparto esto con vosotros porque es lo único directo que hasta la fecha me ha funcionado de verdad ¡y es gratis y para todos los públicos!

Como veis es como intentar meditar durante todo el día, llevar una vida zen o algo así (aún me falta mucha formación para poder hablar de esto profesionalmente,jeje).

Intentar coger este hábito no es sólo para acabar con los atracones sino que ¡te enseña a vivir! a disfrutar de cada cosa, de cada momento y de cada persona, y sobre todo, a disfrutar de ti misma.

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sábado, 15 de marzo de 2014

PASO DE GIGANTE



"Nada desaparece hasta que no has aprendido lo que te tenía que enseñar."

A pesar de que mi último par de entradas sean un poco negativas y con una visión un poco sesgada por el mar de sentimientos que azotaban mi cabeza en ese momento, el balance no es para nada así. Tampoco me encuentro en un momento eufórico donde llueven piruletas (menos mal, porque si no me las comería todas :P) y todo es de color de rosa. Estoy aquí, que ya es bastante.

Creo que he avanzado mucho en estos últimos años, lo sé por hechos concretos.
He pasado unos días viajando con amig@s y he tenido la oportunidad de enfrentarme a diferentes situaciones.

He tenido momentos de sentirme rechazada y ridícula. He oído comentarios hacia mi persona no del todo agradables por parte de personas que no conocía.
Supongo que es normal, ya que en ocasiones, sobretodo con alguna copa de más, me gusta interactuar con la gente y hacerlos sentirse especiales como a mí me hubiera gustado que hubieran hecho conmigo en algún momento.
Me gusta que haya unión entre la gente y a veces soy un poco follonera.
Me gusta quitarme los complejos de vez en cuando y bailar y actuar como una más o incluso más efusivamente. Y supongo que eso choca.
Choca ver a una chica de metro y medio con sobrepeso y ropa no acorde estrictamente a los cánones sociales sintiéndose a gusto consigo misma y disfrutando del momento. Choca ver que esa chica actúa como si no la estuviera viendo nadie, como si no sintiera vergüenza por ser quien es. Choca ver que esa chica se acerca a hablar con la gente por el mero hecho de conocerla, sin otras intenciones.
Choca ver como esa chica se salta las reglas sociales de postureo y puede llegar a ser incluso vulgar para esos rangos.
No les culpo. Estamos llenos de reglas y normas sociales y salirse de ellas puede suponer un hecho arriesgado.
Esta es mi visión ahora, sólo mía, supongo que porque me hace sentir especial y en cierta manera alimenta a mi ego, pero es la que me hace bien a mí, la que hace que no me sienta mal.

En otras ocasiones me habría derrumbado al haber oído esos comentarios, a pesar de que vinieran de gente que no conozco. Me habría encerrado en mí misma y lo hubiera achacado todo a estar gorda. Hubiera derivado en mal humor y en conductas bordes y cortantes a los que sí me aprecian, pero esta vez no ha sido así, o por lo menos no tan arraigadamente.
Por supuesto que esos pensamientos aparecieron por mi mente, pero no les dejé que se quedaran por mucho tiempo, no les dejé anidar allí.


También me he enfrentado al hecho de decir lo que pensaba o lo que me apetecía en cada momento. Otro hecho arriesgado allá donde los haya. Este lo controlo menos, supongo que porque a veces me paso y a veces me quedo corta.
Creo que aquí hay que ser muy cuidadosos con lo que se dice, porque a veces el ego te puede jugar malas pasadas y te guía por donde no es. Pero si algo he aprendido también, es que tienes que ir probando para ver lo que te hace bien.
Quizá alguna vez digas algo que te haga sentir mal después, entonces ya sabes que eso no era realmente lo que querías decir o sí lo era pero tienes que dejar de hacerte sentir mal. No tienes que guiarte por el: "Si él lo hace así, pues yo también" o "Si ella es así de pesada para conseguir lo que quiere, ¿por qué yo no?". Pues porque amor, cada uno es como es, así que guíate por tus necesidades y encuentra tu propia forma de hacer las cosas, la que vaya acorde con tu esencia.

Después de esto me he enfrentado al hecho de pensar que si empiezo a cambiar para estar bien conmigo misma, pidiendo y aceptando ayuda, compartiendo opiniones, mostrando mis necesidades... quizá cambie demasiado y a la gente ya no le guste ese yo... Supongo que son cosas que pueden pasar  pero ¿realmente vale la pena sacrificar mi bienestar por seguir siendo aceptada por los demás? ¡Los beneficios no son comparables! Y sé que al final del camino el estar bien conmigo misma sólo me va a hacer estar bien con los demás.


Y no podía faltar ese tema... ¡la comida! Claro que sí, ¡cómo la íbamos a obviar!
Este viaje ha sido diferente. Me he rendido. ¡Mi esbelta y culpabilizadora jueza se ha rendido y me ha dejado disfrutar! Le costó unos días, pero al ver que no me estaba dejando disfrutar del momento, al final se tranquilizó y me dejó en paz la mayor (no todo, pero poco a poco) parte del tiempo. Qué liberación. Qué tranquilidad. Poder disfrutar de la comida sin sentirte culpable. Sinceramente, creo que nunca me había sentido así. Comer y comer casi nivel atracón pero en colectivo. Como buenos españoles que disfrutan de la gastronomía en una ciudad ajena. No justifico esa conducta y obviamente no me estaba dejando llevar por las necesidades de mi cuerpo que hubieran sido más restrictivas, pero estaba tranquila. No tenía esa ansiedad mental del "quiero y no puedo pero lo hago y me siento como una mierda", era libre de juicios (lo magnifico un poco, pero ahora lo veo así y me siento bien).

Después hubo comentarios del tipo: ahora en llegar a casa gimnasio y lechuga toda la semana, que si la barriga, que si los kilos, que si el peso... Y sinceramente aún no acepto este tema en boca de gente "normal" por así decirlo, que no sufre ningún "trastorno" por así decirlo también, pero no le puedo quitar el derecho de quejarse sobre eso a la gente y menos en esta encantadora sociedad.

Yo sabía, desde el principio, desde antes de irme de viaje (sí, adelantar hechos en base a sucesos pasados en los que se ha actuado de una manera, aunque no tenga por qué ser así ahora) que en llegar a casa, a pesar de estar hasta las cejas de haber comido en dos semanas lo que necesitas para un año, me iba a pegar un atracón. Por el cansancio acumulado, por la ansiedad ascendida durante esas comilonas, por el hecho de volver a estar sola después de estar tantos días rodeada de gente... por lo que fuera, así fue. Pero el hecho de saberlo, a pesar de no haberlo evitado, por el hecho de comprender que era mi forma de enfrentar ciertas situaciones, y que demasiado había estado haciendo por mí, no me sentí culpable, cosa que me hizo recobrar la tranquilidad en un breve periodo de tiempo y no prolongar esa conducta mucho más.

Ahora estoy aquí, externamente con quilos de más, pero internamente con un aprendizaje de mucho más peso.
En mi cabeza hay pensamientos intrusivos del tipo: "venga, para comer sólo lechuga", "mátate en el gimnasio", "haz la dieta de los zumos", "haz la dieta de la alcachofa", "come sólo una vez al día", "ve a una nutricionista" y cosas de ese estilo, que a pesar de pensarlas, nunca me han funcionado y no me han hecho más feliz, al contrario. Entonces ¿por qué prestarle atención a esos pensamientos? Ya dije que no estaba por la labor de ponerme a dieta, no quiero engañarme.
Haré lo que esté en mi mano para nutrirme con lo que me haga falta. En ocasiones rechazaré un trozo de tarta porque no vea la necesidad de comérmela y otras me la comeré, iré al gimnasio cuando pueda y me apetezca porque me gusta y a mi cuerpo le hace bien, tan simple.

El párrafo anterior es la prueba final de que he cambiado, de que he avanzado. Me estoy dando un voto de confianza  a mí misma, estoy confiando en mí. Estoy poniendo mi vida en mis manos, estoy dejándome ser dueña de mi misma.
Llegar hasta aquí, aunque sólo sea escribir esto, aunque sólo sea hacer que estas palabras pasen por mi mente unos segundos, es un gran logro, mi logro.
Se puede.

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