sábado, 21 de diciembre de 2013

EL COMPLEJO

Hace un par de años conocí la Zumba y me encanta. Cuando voy intento tomármelo como una especie de meditación. Dejo los problemas fuera y sólo intento fluir con la música, centrar mi atención en el baile y dejar esos pensamientos que parece que me comen la oreja durante todo el día. Es instantáneo, es oír la música, empezar a saltar y se me abre una sonrisa de oreja a oreja.
Me gusta llegar un poco antes de la hora porque suele ir mucha gente a la clase y a mí me gusta ponerme delante para poder ver bien a la profesora, poder seguir la clase con más facilidad y  bailar como si no hubiera un mañana.
He dicho que me lo tomaba como una especie de meditación y que dejaba esos pensamientos fuera... pero a veces no es del todo así. Al estar delante puedo ver a la gente reflejada en el espejo y a veces me pongo a pensar qué pensarán de mí. A veces pienso que me odian por estar siempre en primera fila, porque al haber tanta gente está bastante demandada. También hay alguna que otra (no es por hablar mal de la gente, pero es lo que me inspiran a veces) que siempre tienen cara de rancia y no se esmeran mucho, y yo como "saco lo mejor de mí " e intento hacerlo lo mejor posible, pues no sé qué clase de sentimiento (seguramente malo, según yo) les puedo despertar yo a ellas.
El otro día en clase de Zumba me sorprendí a mí misma teniendo esta clase de pensamientos destructivos contra mí, pero enseguida me dije: ¿Y lo que a mí me ha costado estar aquí delante sin vergüenza y sin complejos? ¿Por qué no me veo ese mérito?. Y entonces rápidamente se me cayó ese castillo de pensamientos, seguramente equivocados, que me había creado en mi cabeza.

Así es. Años atrás. Yo era la típica que salía (cuando salía) de fiesta con sus amigas y no se movía del sitio porque ¿¿qué iban a pensar los demás??: "¡Dios mío qué asco! ¡una gorda bailando! ¡Terremoto!"
En el colegio y en el instituto no es que fuera muy tímida, pero desde luego, que cada vez que salía a la pizarra pensaba: pfff, yo aquí de espaladas a toda la clase, con este culo...

Cada vez que oía a alguien reírse por la calle pensaba que se estaban riendo de mí. Si oía algún cuchicheo y risas a mis espaldas enseguida , inconscientemente, sentía un malestar que me invadía todo el cuerpo y como si todos los ojos estuvieran puestos en mí. Y la verdad que es algo que aún me dura.

Estar sentada estudiando. Sentir como te aprieta el pantalón, como la barriga se te sale por encima y por debajo. El culo se sale por los bordes de la silla. Mirar para bajo y observar los apuntes y notar como la papada impide mirar más abajo. Asco, me daba asco.
Llegó un punto en el que pensaba que a la gente le daría vergüenza que la vieran conmigo, una gorda asquerosa. Hubo una época que me quedaba bastantes fines de semana en casa por eso mismo.

Siempre he llevado por así decirlo, ropa más alternativa y "poco arreglada". Primero porque no me podía comprar ropa en tiendas normales y segundo porque ¿cómo me iba a poner yo ropa más arregladita y más pijita? Para que los demás pensaran que me creía guapa, ¡con lo gorda que estaba! Y bueno, el momento de comprar bragas, pero qué vergüenza.

Conocer a gente nueva. Yo siempre con la etiqueta en la mente de: estoy gorda, le voy a caer mal. Y por no hablar de chicos... no había algo que me bajara más la autoestima que que me gustara alguno... A mí, una gorda a la que no la iba a querer nadie en su vida,con el asco que daba. Siempre era bastante reservada con ese tema, porque a mí estando gorda, no me podía gustar ninguno, porque ¡estaba gorda! ¡gorda como una vaca!¡como una foca! No tenía derechos.

Parecen pensamientos muy del pasado, de niña adolescente, muy dramatizado todo... pero nada se dramatiza si realmente tú te lo estás creyendo. Esa época, donde se forma la personalidad, donde se forma tu realidad, tu forma de ver el mundo.Pensamientos encendidos por los demás, pero avivados por una misma.

Siempre creí que mi problema en la vida era que estaba gorda, que una vez eso se fuera, todo en mí cambiaría. Y qué equivocada estaba esa jovencita. Un par de palabras le diría ahora mismo.

He podido no estar gorda en algún momento de mi vida, pero el sentimiento de inferioridad, de sentirme la tonta, de no sentirme nunca bien con lo que tenía... persistía. Entonces, si no estaba gorda, ¿por qué seguía notando ese vacío en mi interior? Lo que me hizo darme cuenta de que había algo en mí que no iba a cambiar haciendo dietas hasta la muerte. Algo que parece tan simple, tan obvio... ha sido una gran carga para mí.

Mirando esos pensamientos del AYER, me responden a muchas dudas sobre mi AHORA. Porque me creí tanto esos juicios y los tatué tan a fuego, que cambiarlos, a la vez que ha sido el viaje más difícil que he emprendido, ha sido el más gratificante.

Recapitulando... unos años atrás no hubiera sido capaz de llegar a una clase del gimnasio donde la primera norma es "mueve el culo hasta que no te queden fuerzas para ello", ponerme en primera fila y cumplir la norma a rajatabla. Así que los demás que digan lo que quieran, porque la batalla que he tenido que luchar conmigo misma sólo la conozco yo y no se la deseo a nadie, y más quisieran las que tienen la mitad de culo que yo, moverlo como yo lo hago. Ahí va esa mundo.

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4 comentarios:

  1. Olé olé y olé!!!!!!!!!!!!! me quedo con esto: "y más quisieran las que tienen la mitad de culo que yo, moverlo como yo lo hago."
    te quiero mi Natalius Pokèlius!!!!

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  2. ¡¡¡¡¡Que identificada me siento contigo!!!! solo q yo en el zumba sigo en la ultima fila...

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    1. Gracias por escribirme :)
      No es fácil, y a mí muchas veces me cuesta... pero si pongo en la balanza lo que pensarán los demás de mí y lo que yo disfruto haciendo algo que me gusta... ¡al final elijo disfrutar! Pero pensar en lo que es bueno para una misma cuesta tanto a veces... Pero yo supongo que con la práctica todo se adquiere! :)

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