miércoles, 1 de enero de 2014

2013, EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Quería hacer un balance del 2013 y vaya, creo que he contado mi vida demasiado... pero es lo que me ha salido, y ¡¿por qué me tengo que justificar?! (A ver si durante este año aprendo aún más a hacer lo que me de la gana   ^^). Es lo que me ha salido, me sirve a mí y me apetece compartirlo, punto pelota. 

El año comenzó un poco descontrolado.
Venía de un año en el que había conseguido tener control sobre mi vida, o eso creía yo. Había conseguido tener un equilibrio más o menos constante, o eso creía yo. Había perdido el peso que me sobraba (sí, ya, siempre todo ronda en torno a lo mismo, pero forma parte de mi cabeza y no puedo ignorarlo), había conseguido mantener unos hábitos de vida saludables, el deporte era un placer y no una obligación (algo que años atrás me hubiera parecido impensable, ¡punto para mí!). Me sentía bien conmigo misma porque esos cambios habían durado muchos meses y era algo que no habría imaginado. Había empezado a trabajar en mi interior, aunque quizá el abordaje no fuera el adecuado. Por un momento llegué a imaginarme que el ser glotón de mi interior había desaparecido, o que si estaba era mucho más débil y podía controlarlo mejor. Y eso no era del todo mentira, pero tampoco era del todo verdad.

Comencé el año sintiendo impotencia hacia mí y hacia mi problema. El ser ansioso devoralotodo estaba presente otra vez. Se apoderaba de mí en muchas más ocasiones de las que hubiera querido. Me hundía completamente en esos momentos. ¿Por qué? ¿Por qué con todo el trabajo que había estado haciendo el año anterior? ¿Por qué no puedo controlarlo otra vez? ¿Por qué? ¡No puedo!¡No puedo más con él! ¡Está acabando conmigo!
Había tocado la luz y estar en la mierda otra vez era algo insoportable, mucho menos soportable que antaño, ya no estaba acostumbrada a estar ahí, me dolía mucho más cada vez que me maltrataba de esa manera con la comida, era un dolor insoportable, no podía más.
Los días pasaban, los kilos se acumulaban, el dolor crecía en mi interior, volvía a sentirme pequeñita, una mierda insegura e impotente que no podía consigo misma.

Así que desesperada, en vez de darme por vencida (cosa que también pasó por mi cabeza), decidí moverme. No sabía qué hacer, no sabía por donde avanzar. Tenía a mi coach y amiga que me ayudaba todo lo que podía y más. Pero nunca nadie puede resolver tus problemas o "arreglarte", lo único que pueden hacer es ser una luz que te guíe en la oscuridad, que no es poco, pero hay algo que tiene que salir más de ti.

...
Siempre le había tenido mucho miedo a mi casa. En vez de verla como lugar de descanso, como mi casa, lugar donde poder hacer lo que te salga de... dentro, yo la veía como mi completa enemiga. Estar en casa significaba comer, más bien tragar. Creía que por el hecho de vivir con mis padres y no sentirme como ser responsable de mis actos y delegar mis responsabilidad sobre ellos (que no era del todo así, pero ya sabemos las distorsiones de la mente), en casa yo volvía  a ser la niña a la que le tienen que decir las cosas para que las haga. Traducido en otro idioma, creía que los atracones fuera de casa no existirían. Le cogí mucha manía.

Había estado muy mal y yo quería hacer lo mejor para mí, así que decidí que me tenía que ir de casa si quería acabar con este problema que me estaba ahogando y que me hacía no ver más allá.

Decírselo a mis padres fue un gran paso. Yo la verdad que siempre he sido de expresarme poco en casa, y sobre lo que cuento aquí ellos sabían poco o nada. Y bueno, a parte del apoyo que se pueda necesitar de los padres, por qué no decirlo, necesitaba el apoyo económico.

Recuerdo el día que se lo dije como si fuera ayer. Era finales de febrero, estaba cosiendo mi disfraz de carnaval, y obviamente sabía que la noticia les iba a pillar por sorpresa. Así sin más, sin saber lo que yo estaba sufriendo por dentro, de repente les suelto que me quería ir de casa, que había estado viendo pisos y que me iba. Que lo había estado pasando muy mal, ya no durante estos últimos meses, si no que durante toda mi vida, que tenía un problema y necesitaba espacio. Todo esto en un mar de lágrimas y desesperación (pero que dramática soy xD).

Es un resumen, pero fue una conversación que duró semanas y que aún hoy tiene transcendencia. Mis padres, a parte de sentirse culpables por haber estado "ciegos" todo este tiempo, por sentir que no habían hecho lo suficiente (distorsiones)... supongo que reacción normal de todo padre, decidieron apoyarme en lo que yo decidiera.

Así que en marzo me mudé a un piso de estudiantes y además, decidí acudir a una terapeuta para que me alumbrara un poco el camino. La mejor decisión que he tomado en mi vida.

Durante las primeras semanas en el piso muy bien, pero al final... a mi NO sorpresa, a pesar de estar fuera de casa de mis padres, volvía a suceder los mismo. Vaya, ¿y ahora qué? ¿Me tenía que sentir peor? No tenía por qué, pero sí lo hacía. La mierda volvía a cubrirme, pero estaba vez aún me dejaba respirar un poco gracias a la ayuda de todos mis apoyos y del  trabajo que estaba haciendo conmigo misma.

Algo que también creía que me alejaba un poco de ese ser era viajar sola, así que me fui unos días en Semana Santa. Me encanta viajar sola, pero nunca más lo haré con ese fin, tampoco era la solución.

Estaba acabando la carrera, tenía la presión de no suspender ningún examen para poder seguir después con mi formación, volvía a vivir sentimientos de rechazo hacia mi misma, de odio, sentimientos superiores en intensidad a los que una simple ansiedad por acabar la carrera podía suponer.

Pero empezaba a ver el mundo diferente. Estaba buscando el cambio donde verdaderamente tenía que estar que era dentro de mí y estaba haciendo cosas que nunca creería que llegaría.

El curso acabó bien, la fiesta mejor. Y vacaciones, las vacaciones soñadas. Viajes y fiestas con es@s maravillos@s amig@s (aunque como sabemos, cada uno tienes sus cosicas :P). Tiempo libre para pasarme horas en la cafetería leyendo, pasear horas por el campo y la playa, disfrutar de la compañía.

También estuvo la graduación. Echarle horas en la preparación y pasar muy buenos momentos haciéndolo. Y algo de lo que me sorprendí a mi misma: salir candidata para el discurso de la graduación y salir elegida. Antes ni me lo hubiera planteado (por eso de creer que todo el mundo me odiaba...), así que ¡punto para mí! Además fue una experiencia extraordinaria.

Decir adiós a grandes amigos, también formó parte de ese año.

Allá por julio se produjo otro cambio externo, volví a casa de mis padres comencé la preparación de la oposición, algo de lo que prefiero no hablar mucho hasta el mes que viene...
Pero lo que sí que es verdad es que, por los menos durante lo primeros meses, es algo que me ayudó a disfrutar de cualquier pequeño momento como si fuera el último, ya que teníamos pocos ratitos para nosotros.

Hubieron momentos de dudas. Empezaba a indagar en mi interior y empezaba a sentir que durante todo este tiempo no había estado en contacto conmigo misma, que simplemente había actuado guiada por los juicios de los demás, siguiendo el rol que me habían impuesto, o eso creía yo. Acabar una carrera que ni siquiera sabía si la había hecho por mí o por seguir acorde a mi etiqueta de niña buena y estudiosa... Dudas. Dudas normales que supongo que surgen cuando buscas en sitios donde nunca antes habías mirado. Empezar a dudar de ti misma, a no saber quién eres. Un sentimiento que nunca antes había tenido, consecuencia de empezar a ordenar ese trastero que llamamos mente y a empezar a mirar con la mirada correcta en él. Duro trabajo, pero es el único que sirve.

He escrito mucho, cosas inconexas quizá, y muchas otras cosas se quedan en el aire. Cometí bastantes errores, bueno, no sé si llamarlos así, pero hice o dije cosas que ahora mismo no diría. Pero ¿sabes qué? eso es experiencia. Miro atrás no para quedarme empapándome en la mierda, sino para aprender de ella. Para conocerme y aprender, sobretodo APRENDER. De eso se trata.

Este año he aprendido que la felicidad no está fuera, no está en otra casa, no está en un viaje, no está en el número en una báscula, no está en buscar, buscar, buscar fuera, si no que está aquí mismo, donde yo estoy. Está dentro de mí. Está en sentirme en paz con lo que hago, con lo que siento. Está en no ir tan en mi contra sino en comprenderme y darme apoyo. En saber que la única persona que va a estar conmigo toda la vida voy a ser yo misma, ¿y si no me cuido yo quién lo va a hacer? Porque a vivir no nos enseña nadie y sólo se aprende haciendo.

Y ahora en mi presente me quedo con lo que tengo. Con toda la experiencia acumulada, con lo que estoy haciendo conmigo misma, por mí. Con toda la gente que me rodea, me quedo con esa gente que ha estado desde hace muchos años junto a mí, con los que aparecieron en mi vida hace menos, con los que aparecieron en mi vida para enseñarme algo y luego se marcharon, con los que aparecerán y desaparecerán.

Año de cambios, de autoconocimiento, de aprendizaje.

Y el 2014 no va a ser menos. Tengo ganas de seguir viviendo, de salir al mundo, de actuar y de cometer errores, de aprender de ellos, de saber que lo que pase, será porque tenía que pasar, porque tenía una lección que aprender de ello y la voy a aprender porque es la única forma de enriquecerse. Aunque yo, no pido más, ya soy bastante rica.

Feliz año nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario